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enero 31, 2011

La curación del cuerpo a través del alma - C. Myss

Tarde o temprano todos los seres humanos enfermamos y el dolor reduce nuestra capacidad para el trabajo y el placer, llegando incluso a arrebatarnos la vida. Sin embargo pocas son las personas conscientes de que la enfermedad aparece cuando malgastamos nuestra energía. Permitimos que nos la roben o la encarrilamos hacia objetivos erróneos. Comprenderlo así nos abre el camino de la auto curación, un milagro posible si interpretamos las dolencias del cuerpo como lo que lo de verdad son: expresiones de un malestar espiritual que SI tiene curación. Los miedos, las fobias, la falta de autoestima o el afán excesivo de control pueden tener repercusiones físicas insólitas y de difícil diagnostico, que solo podemos resolver aprendiendo a mantenernos en contacto con nuestro YO más hondo.

Aprender el leguaje del sistema energético humano es un medio para comprendernos a nosotros mismos, un medio para salir airosos de estos retos espirituales. Al comprender la anatomía de la energía identificará las pautas o modalidades de nuestra vida, y la profunda interrelación que existen en el funcionamiento de mente, cuerpo y espíritu. Este conocimiento propio nos proporcionará placer y paz mental, y al mismo tiempo lo conducirá a la curación emocional y psíquica.

Nos rodea una energía emocional generada por experiencias interiores y exteriores, tanto las positivas como las negativas. Esta fuerza influye en el tejido físico interno del cuerpo. De esta manera, la biografía de una persona, es decir, las experiencias que conforman su vida, se convierte en su biología.

LA BIOGRAFIA SE CONVIERTE EN BIOLOGIA. Nuestro cuerpo contiene nuestra historia, todos los capítulos, párrafos, versos, línea a línea, de todos los acontecimientos y relaciones de nuestra vida. Un miedo, por ejemplo, activa todos los sistemas corporales, el estomago se tensa, el ritmo cardiaco se acelera y tal vez el cuerpo comienza a sudar. Un pensamiento amoroso puede relajar todo el cuerpo

Todos tenemos sentimientos negativos, pero no toda aptitud negativa produce enfermedad. Para crear enfermedad, las emociones negativas tienen que ser dominantes, por ejemplo, una persona puede saber que debe de perdonar a alguien, pero decide que continuar enfadada le da más poder. Continuar obsesivamente enfadada la hace más propensa a desarrollar una enfermedad porque la consecuencia energética de una obsesión negativa es la impotencia. La energía es poder, y transmitir energía al pasado pensando insistentemente en acontecimientos penosos resta poder al cuerpo, (o sea lo debilita) y puede conducir a la enfermedad. El poder (que nos da la energía) es esencial para sanar y para conservar la salud. Las aptitudes que generan sensación de impotencia no solo conducen a una falta de estima propia, sino que también agotan la energía del cuerpo físico y debilitan la salud en general.

EL PODER PERSONAL ES NECESARIO PARA LA SALUD... Muchas personas desarrollan una enfermedad cuando pierden algo que para ellas representa poder, como dinero, un trabajo o cuando pierden a alguien a quien han investido de poder o de su identidad, como el cónyuge, un progenitor o un hijo. Nuestra relación con el poder está en el núcleo de nuestra salud. Para que una terapia alternativa tenga éxito es necesario que el paciente tenga un concepto interno del poder, una capacidad para generar energía interna y recursos emocionales, como por ejemplo, creer en su autosuficiencia. Es necesario tomar conciencia de lo que nos da poder. La curación de cualquier enfermedad se facilita identificando nuestros símbolos de poder y escuchando los mensajes que el cuerpo y las intuiciones nos envían acerca de ellos.

LA PERSONA PUEDE SANARSE SOLA. Curación total y cura no son lo mismo. Se produce una "cura" cuando la persona ha logrado controlar o detener el avance físico de una enfermedad. Curar una enfermedad física, sin embargo, no significa necesariamente que se haya aliviado también el estrés emocional y psíquico que formaba parte de ella. En este caso es muy posible, y con frecuencia probable, que la enfermedad reaparezca.

El proceso de la cura es pasivo, es decir, el paciente se inclina a ceder su autoridad al médico y al tratamiento prescrito, en lugar de desafiar activamente la enfermedad y recuperar la salud. La curación en cambio es un proceso activo e interno que implica investigar las aptitudes, los recuerdos y las creencias con el deseo de liberarse de todas las pautas negativas que impiden la total recuperación emocional y espiritual.

Conseguir salud, felicidad y equilibrio energético se reduce a centrar más la atención en lo positivo que en lo negativo, y a vivir de una manera espiritualmente coherente con lo que sabemos que es la verdad.

LA CONCIENCIA Y SU CONEXION CON LA CURACION. Durante las cuatro últimas décadas se ha escrito mucho sobre el papel de la mente en la salud, nuestras actitudes tienen un papel importantísimo en la creación y la destrucción de la salud corporal. La depresión, por ejemplo, no solo afecta a la capacidad de sanar, sino que deteriora directamente el sistema inmunitario. El enfado, la amargura, la rabia y el resentimiento obstaculizan el proceso de curación, o lo impiden totalmente. La voluntad de sanar tiene un enorme poder, y sin ese poder interior una enfermedad suele salirse con la suya.

LA CONCIENCIA Y LA MUERTE. ¿Significa esto que las personas que no se curan no han conseguido ampliar su conciencia?, NO, en absoluto. Morir no significa no haber sanado. La muerte es una parte inevitable de la vida. La realidad es que muchas personas si se curan de sus tormentos emocionales y psíquicos, y por lo tanto mueren "sanadas".

Al igual que nacemos en el momento idóneo para que nuestra energía entre en la tierra, también hay un momento idóneo para dejar la tierra, No tenemos que morir con dolor y enfermedad. La mente consciente es capaz de liberal el espíritu del cuerpo sin tener que soportar el dolor del deterioro físico. Esta elección la podemos tomar todos.

Tomar conciencia significa cambiar las reglas según las cuales vivimos y las creencias que conservamos. Nuestros recuerdos y aptitudes son literalmente las reglas que determinan la calidad de vida y la fuerza de los lazos con los demás.

¿PUEDEN SER CURADAS TODAS LAS ENFERMEDADES?, Si, por supuesto, pero eso no quiere decir que todas las enfermedades van a ser curadas. A veces una persona tiene que soportar una enfermedad por motivos que le servirán para afrontar sus miedos y su negatividad. Y a veces a una persona le ha llegado la hora de morir. La muerte no es el enemigo, es el miedo a la muerte.

Resumen del libro "ANATOMIA DEL ESPIRITU"
Autora Caroline Myss,Ph.D.
Compartido por Semillas de Luz Network

enero 27, 2011

Poema - Conexión

"La mujer sabia mantiene su conexión
con todas las cosas al soltarlas.

El niño que se apega a su pecho
no se hace hombre.

Suelta.

La niña que vive de los sueños de su
madre no se hace mujer.

Suelta.

La red que sostiene a la araña no puede
verse. Sin embargo, mantiene la conexión
que le da libertad y seguridad.

Suelta. "


Poema 7
de "El Tao de las Mujeres"

enero 17, 2011

El fin de una relación - por Thomas Moore

Les comparto una mirada sensible, profunda, amorosa y a mi entender muy sanadora, sobre el final de las relaciones. El texto es un resumen y una libre traducción del libro de Thomas Moore, Soul Mates.

Sombras de la intimidad - Finales

El fin de una relación es tan misterioso como sus comienzos. En los orígenes de la relación frecuentemente el destino juega un rol importante, y a medida que pasa el tiempo, el destino continúa dándole a la relación sus giros inesperados. Sin embargo cuando un matrimonio termina, tendemos a buscar causas racionales para culpar a una de las partes por cometer el crimen de finalizar el vínculo.

Si vamos a honrar al alma en las relaciones, tendremos que hacerlo también, mismo si fuera necesario, a través de su final. (…) Culpar al otro por el fin de la relación es entendible, como una manera de evitar el dolor causado por las inexorables, y a veces inhumanas demandas del destino, pero al evitar el dolor es probable que nos condenemos a años de ser perseguidos por las mismas emociones e imágenes de las que estamos intentando escapar.

(…) El alma en una relación no solo está contenida en cada individuo, también está contenida en la relación en sí misma. Culpar al otro por el fin de la relación pasa por alto el espíritu que ha sido modelado desde el impulso inicial del amor. La amargura alrededor del fin de una relación puede emerger de una gran lucha del ego contra el destino, de la voluntad individual contra los factores impersonales. Podemos creer que queremos más que nada en el mundo que la relación continúe, pero la relación en sí misma generalmente señala sus limitaciones, como los signos de la vejez señalan la muerte.

Parte del dolor que sentimos en el cierre de una relación es que evoca memorias de otros finales, o de temáticas de cierre en si mismas. Es entendible que estemos reacios a entrar en esos profundos sentimientos que nos recuerdan a la muerte en todas sus formas.

(…) No es inusual que sólo uno de los compañeros vea que la relación está terminada. Esa persona entonces puede que pase a través de la terrible lucha y el doloroso proceso de decisión para forzar un cambio que jamás hubiese deseado. El otro es probable que encuentre extremadamente difícil reconocer las mismas señales, o quizás encuentro difícil tolerar el destino y salga a culpar al otro por causar el fin de la relación.

(…) Como con la muerte, otros tipos de finales pueden aparecer de la nada y contradecir todo lo que consideramos valioso y verdadero. La Muerte nos desconcierta en el momento que aparece y también nos desconcierta con su aparente indiferencia a los planes y deseos humanos; el fin de una relación puede de una manera similar, lanzarnos a las interminables preguntas sobre su significado. (…) Quizás podríamos prepararnos para los cambios de destino de una relación, incluyendo el final, a través de tener una visión que no se limite a las necesidades y preocupaciones personales. Honrar el misterio en una relación nos permite poner nuestra voluntad sobre su forma y duración en un contexto mayor, y podemos así entregar parte de nuestra ansiedad y esfuerzo.

Puede pasar que cada persona juegue un rol distinto de la muerte en el cierre de la relación; uno siente la necesidad de seguir adelante, y el otro siente la pérdida y el abandono. Esta es una condición que la psicología arquetípica llama “arquetipo dividido”: la realidad tiene dos partes, pero en cambio de que la persona experimente las dos, las dos partes están divididas entre las dos personas. Desafortunadamente, el alma desaparece en esta división, por que ninguna de las dos personas puede sentir la genuina tensión que la vida ha introducido. De hecho, la división sirve como una protección contra las necesidades del destino y la voluntad mayor. En estas situaciones es útil considerar que parte del misterio uno ha perdido o le ha dado al otro. Tomar el todo, es una manera de recuperar el alma.

El mejor consejo para las personas que no pueden terminar una relación no satisfactoria puede ser dejar de esperar algo de la otra persona. Probablemente lo que sea que es nunca vendrá, y la dinámica de enfocar la atención en el otro puede ser una forma de mantener al alma acorralada. No es la otra persona que tiene que ser nuestro foco, si no el alma misma, con todos sus misterios e iniciativas.

Generalmente asumimos que una vez que dos personas se han unido, no deberían separarse; sin embargo las relaciones están siempre terminando, y la gente se distancia naturalmente mientras se abren nuevas conexiones. No estoy sugiriendo que simplemente deberíamos ser realistas y aceptar la amarga verdad de que las relaciones acaban; el sentido que vayan a seguir para toda la vida es parte de hacer nuevas conexiones. Pero cuando Si acaban, puede que tengamos que enfrentar la oscura y demandante voluntad de los dioses, que muchas veces va en contra de la voluntad humana. Podemos llevarnos la lección a casa y guardarla en nuestros corazones – la vida es un constante intercambio entre la voluntad humana y la divina providencia. Necesitamos el coraje para planear y crear vida, tanto como la piedad del tipo mas profundo en relación a los misterios que la sostienen. Se nos pide a cada uno de nosotros que seamos al mismo tiempo existencialistas y piadosos, responsables y receptivos, prácticos e inmensamente imaginativos.

(…) La pérdida del amor y la intimidad puede ser una profunda forma de iniciación. Paradójicamente, iniciación significa comienzos, y sin embargo las iniciaciones más poderosas implican siempre algún tipo de muerte. (…) La idea de que una relación que se termina es una iniciación no es sólo una metáfora. El dolor de la ruptura de una relación es el dolor que siente el neófito cuando está siendo iniciado en nuevos niveles de conciencia. Es un movimiento arduo hacia fuera de lo pragmático, fuera de la actitud auto-suficiente, y hacia una sensibilidad religiosa, una conciencia de dependencia última y un vivir realmente responsable. Uno descubre una y otra vez en ese dolor que la responsabilidad no es puramente subjetiva, o una posición activa; incluye un reconocimiento de los factores misteriosos que influencian y estructuran nuestra vida diaria. A través de estas iniciaciones, nos movemos hacia la sensibilidad de lo sagrado. A través de experimentarlas plenamente, nuestra propia postura hacia la vida puede cambiar de estar centrados en el ego a una genuinamente religiosa manera de vivir.

(…) Sostener un final –muerte del alma- sin las defensas de la culpa, las explicaciones, o las resoluciones permite al alma alcanzar nuevos niveles de existencia, que solo las iniciaciones pueden ofrecer. En el mundo del afuera el logro hasta puede parecer como una derrota, pero para el alma, las experiencias de muerte como estas son el verdadero camino hacia nuevos comienzos.

(…) Todos los cierres tienen el potencial del comienzo y todos los comienzos llevan la potencial semilla del cierre. El estilo de vida “premeditado” siente el final como una contradicción, pero la imaginación del espíritu, construida de pequeñas iniciaciones, mira desde un diferente sentido de tiempo, reconociendo que los comienzos y cierres traen uno al otro una manera misteriosa que solo puede ser apreciada con una sensibilidad que puede captar la sagrada dimensión de la vida diaria.

(…) Muchas veces al final de una relación una persona pensará, “hay algo malo en mi, no puede tener una relación duradera, otras personas están felices juntas, mientras que yo estoy condenado a la soledad”. Seguramente los sentimientos de depresión y desilusión que acompañan los cierres son apropiados, y si no se toman literalmente y personalmente, hay hasta un nivel de verdad en estas reacciones. El sentimiento de ser inadecuado puede ser una respuesta a una conciencia de nuevos niveles de relacionarse y ser y hay veces que puede ser que necesitemos sentirnos inadecuados. Pero el hundirnos literalmente en esos sentimientos puede interferir con la iniciación que está siendo ofrecida. En cambio de decir “yo” no soy capaz de tener intimidad –un sentimiento narcisista que no nos lleva a ningún lado- podríamos decir, “mi alma está pidiendo mas de mi en las relaciones, tengo la oportunidad ahora de estar cerca de otra persona en una manera mas profunda”.

(…) No hay nada malo en pensar a donde he “fallado” en la relación. El problema aparece solo cuando ese examen se vuelve en una auto compasión crónica y en auto-enjuiciamiento narcisista. El examen de conciencia, un rito asociado con la iniciación, no tiene nada que ver con el auto-enjuiciamiento masoquista; es el alma en una honesta exploración de si misma.

(…) Si resistimos el dolor de la separación, cortamos la posibilidad de una iniciación. Si abrazamos el dolor, no solo encontramos un comienzo que no es simplemente una repetición de las experiencias anteriores, si no que también podemos encontrar el consuelo de saber que de una manera misteriosa, actuado por el destino y no por la intención humana, la relación ha sido completada. En la vida puede ser un fracaso, pero para el alma la relación ha llegado a su término exitosamente.

(…) Divorcio y desvío/”diversion”, están íntimamente relacionadas, ambas vienen del latín divertere. Esta etimología sugiere que el divorcio no es un fracaso de las partes en mantener sus compromisos, si no una evidencia de la tendencia del destino de llevarnos en direcciones diferentes.

(…) Si pudiésemos sentir la seriedad de nuestra imaginación, no necesitaríamos racionalizar todo para poder llegar a las decisiones de la vida sin culpa, y nuestras decisiones no se sentirían tan incompletas si las hiciéramos conectados a nuestra alma, dándole autoridad a la intuición y a las expresiones que vienen de nuestro interior.

El futuro de nuestras relaciones pasadas
(…) Aparentemente hay algo en cada relación que es eterno, que continúa por siempre, que quiere ser eximido de las decisiones de la vida de cortar lazos.

(…) Hay solo unas cuantas personas que llegamos a conocer en nuestras vidas, y aun un número menor con quienes llegamos a vivir íntimamente. Estas relaciones son importantes para el alma, cualquier sea la decisión que tomemos en el mundo. Nos inician a nosotros mismos. Dan forma a nuestra vida, no sólo a la historia de nuestra biografía, pero si no también al carácter de nuestra alma. En la vida el cambio y el olvido pueden dar la impresión de que las relaciones son temporarias y condicionadas a los eventos del tiempo, pero para el alma, el recuerdo y la conexión eterna son más importantes.

(…) El fin de una relación es un tiempo de emociones difíciles, fantasías desafiantes y vulnerabilidad extrema. Es también un momento crucial para el alma, una oportunidad para que aparezca un nuevo nivel de apertura o un retiro a la rigidez. Si pudiésemos pensar en el alma, y no sólo en la personalidad o en nuestra protección emocional, podríamos encontrar que el final es una puerta que se abre a un mundo desconocido y prometedor. También podríamos descubrir que es posible en un final danzar con los ritmos y el camino del destino, y no sólo sobrevivir, si no entrar en un mundo desconocido de vitalidad inigualable.


Traducción libre
Del libro Soul Mates - por Thomas Moore

Para comenzar el año...

Una mirada distinta que contempla el alma...para encarar la apertura de un nuevo año..., sin exigencias y celebrando!. Una perlita por Miguel Espeche.

MEJOR CELEBRAR QUE HACER BALANCES

El modelo empresarial-contable no sirve para ponderar las cosas del alma, esas que muchos suelen abordar cuando el año nuevo se otea en el horizonte. Los balances de productividad, de objetivos cumplidos o no, lo que hacen es enloquecernos un poco y, sobre todo, angustiarnos por no haber hecho lo que se supone debíamos haber hecho, según la agenda pactada con nosotros mismos. Cansados del trajín de todo un año, acalorados por el implacable verano, bombardeados por las (genuinas o artificiales) exigencias de las fiestas... ¡y encima hacer un balance existencial con parámetros más propios de la industria que las de una vida que se precie! No, gracias. Mejor vivir al contado, honrar lo que se tiene y dejar para el invierno (o para nunca) la siempre desangrante letanía de enumerar todo lo que "falta" para ser perfectos.

Expresiones como "este año me pongo las pilas" homologan a las personas a un aparatito eléctrico, siendo que al mirar el horizonte y proyectar en él los propios afanes se trata de ir imaginando hacer algo que se proyecta desde el alma, no desde una fuente de energía como lo es una pila, con todo lo que eso significa a nivel de lo simbólico.

Si lo que somos y tenemos nos ha permitido vivir una vida hasta la fecha, lo mejor es agradecer el haber y no darle demasiada bolilla al debe, por más que los acelerados de siempre crean que eso implica un riesgo cierto de "conformismo", como si estar conformes implicara dejar de tener sueños y deseos que nos motoricen.

La celebración es mucho más útil que amargarse por lo que, en realidad, nunca fue nuestro, como lo son, por ejemplo, los objetivos incumplidos.

Al celebrar, vale hacerlo por eso que se hizo, por lo que hay y no por lo que se supone que falta. Vale disfrutar de lo disfrutable (estar vivos, por ejemplo) y dejar los balances contables para tiempos operativos, pero no existenciales. Sumergirse en el interior propio para reencontrar sueños, deseos profundos, emociones que forman parte del ADN de lo que somos, es la mejor manera de nutrir los objetivos y las acciones tendientes a su logro. Y eso es algo que se puede hacer durante el final del año, pero hay también otros 364 otros días como para emprender dicha tarea.

Contentos, tristes, enojados, enamorados o no, con plata o sin ella... el final de un ciclo marcado por el calendario nos encuentra así. No es ni bueno ni malo, simplemente es.

Podemos decir, con certeza, que se trata de un punto de inicio más que de un final y en eso estriba, sin dudas, lo interesante de la historia.


Revista La Nación, 2 de Enero 2011
El autor es coordinador General del Programa de Salud Mental Barrial del hospital Pirovano